28/06/2017

Messi, el pibe de La Bajada que siempre vuelve al barrio

La calle 1° de Mayo corre en sentido inverso al de la vida de Leonel Messi: nace en el Monumento a la Bandera, junto al río marrón, y recorre 38 cuadras hacia el sur, hasta terminar casi exactamente en la casa donde se crió "Lïo", casi en la esquina de esa arteria y el pasaje Lavalleja, en el legendario barrio La Bajada. En Rosario, donde la gente todavía dice que "20 cuadras es lejos", el Monumento -así, a secas- es el sitio obligado de los festejos populares, sean futboleros, políticos o sociales. En esta ciudad a orillas del río Paraná se casará el viernes Leonel Messi con Antonela Rocuzzo, auqnue esa boda ya no será un acontecimiento barrial sino mundial.
El barrio La Bajada debe su nombre a la desaparecida estación del Ferrocarril de la Provincia de Buenos Aires, que estaba situada en la esquina de la avenida Uriburu y Ayacucho, a unas tres cuadras hacia el este de la casa de la familia Messi, y era a mediados del siglo pasado un típico arrabal rosarino poblado por ferroviarios, con terrenos enormes separados por tejidos, lleno de plátanos, calles de tierra y veredas con pasto y zanjas.
Cuando uno llega al barrio por la avenida Uriburu, que hasta la época en que nació el crack tenía una sola mano pavimentada, se encuentra con que los caprichos de la geografía urbana dibujaron en las manzanas que circundan la casa paterna de los Messi más gambetas que "Lío" en los campitos de su infancia.
La calle 1° de Mayo al sur, de Uriburu hacia la casa de Messi, es más angosta que los pasajes Australia e Ingeniero Huergo, y hasta que nació el astro de Barcelona era un callejón de tierra por el que sólo podía pasar un auto que terminaba en un puñado de pasajes cortados por el campo del Batallón de Comunicaciones 121, que dejaba al barrio encerrado.
Ese enorme campo del 121 -otrora Batallón 11 de Infantería- era cruzado cada mañana y mediodía por "Lío" y sus compañeros y compañeras para ir hasta la Escuela N° 66 General Las Heras, de Buenos Aires al 4800, en el barrio Bancario o Militar, para acortar el camino de ir hasta Uriburu.
Messi y sus amigos se metían por un hueco abierto en el tejido del campo del Batallón y salían por otro agujero del lado de Buenos Aires hasta un día en que fueron sorprendidos por un militar. "Me acuerdo que un día que cruzábamos por el campo nos vio un militar, que nos retó y nos echó", recordó Cintia Arellano, una vecina y amiga de la infancia de "Lío", cuando vivía a la vuelta de su casa.
Los caprichos de la trama urbana se repiten como los enganches de "Lío". Como si fuera un pueblito europeo de las postales, la calle Estado de Israel, que corre paralela a Uriburu hacia el sur, termina en el pasaje Australia con una curva y un pasadizo peatonal, por el que sólo los baquianos pueden llegar hasta la casa de Messi, que queda a la vuelta.
"Me acuerdo de una imagen de Lionel en el campito de la escuela en los recreos: él corriendo con la pelota y todos los otros chicos corriéndolo", recordó la señorita Mónica, una maestra de la Escuela Las Heras, que ya no tiene la canchita en el fondo pero exhibe, orgullosa, un mural de "Lío" con la camiseta de la selección.
"Lío" jugaba al fútbol en Newell´s y lidiaba con el primer año de la secundaria en la Escuela Juan Mantovanni, que queda en Uriburu entre 1° de Mayo y Juan Manuel de Rosas, a la vuelta de su casa, cuando una profesora de francés lo retó con una frase que quedó grabada en el barrio: "Messi, a ver si estudia porque, si no, no va a llegar a nada".
Casi como al profesor del Politécnico de tercer año, que le dijo al "Negro" Roberto Fontanarrosa, que se sentaba en el último banco y vivía dibujando: "Fontanarrosa, póngase a estudiar porque, si no, va a terminar vendiendo choripanes en la cancha de Central".
Por esas callecitas sin tiempo los vecinos que siempre preguntan solían verlo a "Lío" recorrer el barrio en su Peugeot 307 gris, como un domingo a la mañana de verano cuando Antonio "Choricito" Domínguez, de 88 años, el carbonero de La Bajada, de Ayacucho entre Uriburu y Ameghino, atendió a un pibe muy parecido al crack de Barcelona y la selección.
"Vino a comprar una bolsa de carbón para hacer un asado. Tenía una camiseta y un pantaloncito de Barcelona y yo lo miraba porque tenía un parecido bárbaro. Hasta que cuando lo acompañaba hasta la puerta no aguanté más y le pregunté si era él. ´No, soy el primo´, me dijo y se rió. Pero al final, cuando se iba, me dijo que era Messi", recordó.